Hace una semana, tras 3 años de "tratamiento" la psicóloga me dio el alta. Entre otras cosas tenía un problema de autoestima bastante gordo que arrastraba desde los 5 o 6 años, más o menos y que me han tratado ya varias veces sin éxito.
Una de las "terapias" fue abrir este blog. Lo hice porque quise, no porque ella me lo dijera o recomendara, simplemente me apetecía hacerlo y, aunque no le dedico todo el tiempo del mundo, aquí está. Me hace sentir bien y a gusto y fue un paso grande para empezar a aceptarme tal cual soy por fuera y por dentro. Vosotras habéis ayudado mucho con vuestros comentarios y consejos, así que, una vez más, mil gracias.
Otra de las cosas en las que me ha ayudado es a hacer que me resbalen ciertos comentarios y es que la educación brilla por su ausencia en muchísimas ocasiones y pasa lo que pasa. Si dejamos que comentarios negativos, hirientes y dañinos nos afecten y hagan mella en nosotros, jamás nos curaremos de ese mal que se llama baja autoestima.
Aunque lo más importante para empezar a curarse es siempre aceptarse, a menudo es más sencillo empezar a hacer pequeños cambios. A lo largo de estos tres años he visto evolucionar mi carácter y mi manera de vestir. He pasado de no poder ver ni en pintura los pantalones cortos a que se vuelvan una de las prendas que más uso doy. Lo mismo me ha pasado con los leggins y sus variantes, con los vestidos, las faldas, las transparencias... Al princpio cuesta, como todo, pero es cuestión de dar el paso, de atreverse y, sobre todo, de estar cómoda con lo que se refleja en el espejo.
No voy a decir que haya sido un camino de rosas, obviamente he tenido mis momentos bajos, esos de no querer salir a la calle o esconderse bajo la ropa más ancha que tenemos en el armario, pero he sabido afrontarlos y salir de ellos creo que más fuerte.
Es más fácil empezar a aceptarse por fuera, el exterior hace que nos veamos de otra forma y el interior evoluciona junto a ese cambio físico. Cuerpo y mente se unen en ese proceso de cambio y aceptación. Es cuestión de tiempo, paciencia y, sobre todo, ganas. Porque si no quieres hacerlo, te da pereza o simplemente lo dejas estar, no va a cambiar nada, sigues en el punto clavada o incluso más abajo. ¡Hay que ponerse en marcha!
Eso sí, las decisiones debe tomarlas una misma, nadie puede imponernos nada en este sentido. Quiero decir, y pongo mi ejemplo, yo decidí perder peso, YO, con mayúsculas, nadie me impuso el adelgazar. Tengo mis motivaciones como cada una tiene las suyas. He perdido unos ocho kilos en lo que va de año, sin prisa, pero sin pausa. Y me siento mejor conmigo misma no por el hecho de adelgazar, sino por cumplir mis objetivos, porque estoy consiguiendo algo que yo me he propuesto. Así con todo. Creo que es una grandísima satisfacción conseguir algo que uno se propone ya sea adelgazar, escribir un libro o aprender idiomas. Y esa satisfacción trae consigo el orgullo y éste, a su vez, un poquito de aceptación y cariño hacia uno mismo.
El camino de aprender a quererse y a aceptarse es largo y duro, este es sólo uno de los miles de capítulos que he pasado a lo largo de estos tres años en los que he aprendido a quererme y lo estoy consiguiendo.
Perdón por esta entrada tan "egocéntrica", quería compartir con vosotras esta experiencia que creo que puede servirle de ayuda a mucha gente.
Un beso enorme y gracias por leer.